La problemática espacial que deriva esta investigación es la rigidez y dificultad de adaptación que presentan los modelos de diseño arquitectónico ante la intrínseca naturaleza de cambio del ser humano, condición que tiende a resultar en un acelerado envejecimiento de las edificaciones. Mientras que en la antigüedad la principal causa de decadencia de un edificio era el envejecimiento de los materiales, en un futuro cercano el factor que reducirá el valor de un edificio será su envejecimiento funcional. La discrepancia entre el lento envejecimiento del material y el rápido envejecimiento funcional, se denomina obsolescencia, y se puede reducir con la creación de edificios flexibles que permitan una mayor adaptabilidad. Sin embargo, diversos arquitectos como Jürgen Joedicke, Aldo Van Eyck o Herman Hertzberger advierten que el exceso de adaptabilidad de los espacios puede llevar a la falta de forma. Se profundiza entonces en el tema de la forma y cómo esta responde a una función cambiante. El arquitecto Louis Sullivan planteó a finales del siglo XIX: “La forma siempre sigue a la función. Esa es la ley”. Pero hoy en día en donde los edificios se enfrentan a cambios en su función con el fin de reinventarse, ¿como sigue la forma a una función que está en constante cambio? Si un espacio tendrá múltiples usos como respuesta a la naturaleza de cambio del ser humano, se necesita entonces una forma que permita estos cambios, es decir, una forma flexible capaz de transformarse. El objetivo de esta investigación es encontrar una alternativa al modelo arquitectónico actual en donde desde el diseño se consideren sistemas flexibles que permitan una morfología versátil y albergar programas cambiantes, para así ampliar el ciclo de vida de las edificaciones y que los usuarios puedan habitar su espacio de una mejor manera posible. Es por ello que el proyecto se enfoca en la creación de un proyecto arquitectónico adaptable que se logrará por medio del uso de diversas estrategias aplicadas en sus diferentes elementos.